Noviembre ha sido un mes rico en el ámbito de la orientación porque el alumnado ha tenido la oportunidad de participar en dos “soirées des métiers”: una dedicada al arte y la creatividad y otra a la informática.
Cada una de las cinco sesiones de orientación que hemos realizado desde el mes de noviembre ha sido diferente, pero en cada una de ellas, los padres y madres del Lycée que han participado han puesto de manifiesto su pasión. Estamos convencidos que sus conocimientos, consejos, experiencia… suponen un legado de un valor inestimable para nuestro alumnado, que poco a poco va construyendo su proyecto de orientación.
Por todo ello, esta vez hemos querido que sea precisamente un padre, el que tome la palabra para ilustrar algunas ideas de las que hablamos en estas “soirées”.
Carta abierta al alumnado del Jules Verne sobre el arte, la creatividad y la vida.
«Un hombre sin pasiones está tan cerca de la estupidez que solo precisa abrir la boca para caer en ella».
Séneca
Esta misiva va para las/los que estáis tantas horas estudiando con la duda del para qué tanto esfuerzo y sacrificio. Pensad que tenéis una paleta para pintar un cuadro, cuantos más colores mayor es la posibilidad de recrear lo que imagináis y, lo que tiene que ver con la creatividad y el arte, aumentando la variedad de colores se incrementan las oportunidades de mezclarlos, inventar tonos nuevos y pintar lo imposible. Uno no puede crear desde la nada. Es así de simple. La inspiración no cae del cielo como la lluvia, la imaginación se alimenta de las culturas y “esas culturas” es lo que aprendéis, con mucho esfuerzo, en la escuela.
Otra manera de mirarlo. Para elegir qué quieres ser o hacer con tu vida es preciso conocer todas las opciones posibles y para eso también está la escuela. Si te conformas con lo que ves en tu casa, o en tu barrio, o en las pantallas, la oferta será restringida. En la escuela no solo te abren ventanas y puertas al mundo las maestras y maestros, también tus compañeras y compañeros, en ese espacio compartido se intercambian experiencias diversas que te enriquecen.
¿Y cómo afecta la escuela y el estudio a tu creatividad o para qué sirve el arte y que tienen que ver esa cualidad y esa actividad con la vida? Tienen que ver con las posibilidades de que participes en el mundo, que seas protagonista de tu propio cuento y que lo escribas con tus palabras. Que siendo un pequeño granito de arena en medio del desierto, sin tí, sin tu pasión, tu esfuerzo y sin tu arte, el desierto es menos. Tiene que ver con que serás protagonista de tu vida en la medida en que seas capaz de participar en el mundo con tu voz. Algo así como poner tu frase (tu vida) en una de las páginas del gran libro de la historia de la humanidad.
Y con eso de ser un granito de arena me gustaría despedirme con el cuento más antiguo del mundo que expresa, o eso creo, cual es el sentido de la creatividad, del arte y tal vez, de la misma vida.
Una niña caminaba con una sonrisa en la cara, sola, por el desierto. Unos ladrones, desde una duna, al verla sola y con una sonrisa en la cara, pensaron que tenía un gran poder. La atacaron y la ataron de pies y manos. Le exigieron el poder pero ella les contestó que solo con esfuerzo y paciencia se podía adquirir. Dijeron que si ese poder no era para ellos, no sería para nadie. La dejaron atado de pies y manos para que el sol del amanecer la convirtiera en cenizas. El sol se elevó sobre las dunas y sobre el rostro de la niña cayeron dos lágrimas de sudor, cerró los ojos y mantuvo su sonrisa. Una ráfaga de viento llevó un palito a la boca de la niña. Comenzó a pintar en la arena un cuerpo oblongo, cuatro patas, dos orejas, una nariz, bigotes y dientes afilados. El ratón cortó las ligaduras de la niña y ella siguió su camino por el mundo con su sonrisa en la cara. Dicen los sabios que el ratón de arena representa lo que hemos aprendido, día a día, con esfuerzo y paciencia, la cultura que alimenta la creatividad y que se expresa con el arte, un pequeño ratón, humilde y paciente que nos sirve, en cualquier lugar y tiempo, para enfrentarnos al miedo.
Andrés González Novoa